El señor bien e el señor mal [Jesús Lizano 3]
No resuelven sus diferencias
el señor Bien
y el señor Mal.
El señor Bien
parece tranquilo
y entonces, el señor Mal
llega y rompe
sus hechizos.
Y ¡zas!
caen todos los castillos
que el señor Bien
en la arena
hizo.
Y cuando el señor Mal
feliz con sus ingenios
¡viva! ¡viva!
exclama audaz,
llega el señor Bien e impide
que su estrategia triunfe.
Y ¡zas!
van por los suelos las murallas
de sus intrigas.
Y el señor Mal
cae prisionero.
Pero a nosotros qué nos importan
las diferencias y los enredos
y todo lo demás
entre el bueno
del señor Bien
y el bueno
del señor Mal.
Por qué nos mezclan en sus cosas,
por qué
no nos dejan en paz.
Allá el señor Bien con sus adornos
y allá con sus encantos
el señor Mal.
Han elegido nuestra casa
para luchar
y no hay un solo espacio
en nosotros
libre de su ansiedad.
¡Eso! ¡Eso! ¡De su ansiedad!
No ha de importarnos su origen
ni cómo nos pudieron
avasallar.
Hemos de levantarnos
contra el señor Bien
y contra el señor Mal
y desterrarlos para siempre
de nuestra heredad.
¡Invasores de nuestra alegría!
¡No les dejemos avanzar!
¡Avergoncémonos de nuestra historia!:
¡es la historia
del señor Bien
y el señor Mal!
Si es preciso dejemos esta especie,
busquemos otro lugar,
en donde no puedan encontrarnos
ni destruirnos
ni el señor Bien
ni el señor Mal.
Jesús Lizano
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