Aceptación
La tristeza es un virus extraño,
aparte de un pecado capital.
Me contagio de todo por estar informado:
de espanto, de utopía, de almorranas.
Tuve una amante llamada Vanidad,
era muy buena entre las sábanas
pero siempre que nos veíamos
me pasaba ladillas, un gonococo nuevo,
sífilis, blenorragia, anticuerpos...
Vanidad era un zoo de amor.
Una tarde tuve que decirle por teléfono
como Paul Rée a Lou Andreas Salomé:
Ten compasión, no me busques.
Me acepto como soy: difícil por sencillo, vulnerable,
sonámbulo, sin chaleco antibalas.
Mi madre escribió en mis genes una canción de amor.
No escondo mi talento bajo tierra,
ni entrego mi dinero a los banqueros.
El talento se oxida cuando no se comparte,
el dinero te calla la boca.
A veces interpreto al hombre que tú me crees.
Me aburro como un guisante.
Abandonado, como tu abuelo en la gasolinera,
no llego ni al final del primer acto.
Me acepto como soy: con vida de juguete,
sabio cuando me callo y escucho la tormenta...
No estoy solo en el mundo.
La tristeza es un virus extraño
y yo vivo en la casa de la Necesidad.
Sé que el amor se parece a la muerte.
Angel Petisme
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